domingo, 29 de diciembre de 2013

Sacar la grandeza de los pechos de las personas que tartamudean (y también de las que no tartamudean)


 
Han pasado ya casi 8 años de mi entrada en la Fundación Española de la Tartamudez. Fue uno de los grandes momentos en mi vida, uno de esos grandes momentos que me cambiaron profundamente. La primera vez que me reuní con el grupo de autoayuda de Barcelona en la primavera de 2006, la primera cosa que me salió decir cuando me tocó hablar fue “Ahora sé que ya no estoy solo”. La “soledad del diferente” que tanto me había entristecido durante años y años empezó a esfumarse. Y me atreví a poner el nombre a lo que me pasaba: tartamudez. Unos días después de aquella primera reunión me pasó una cosa que os voy a contar:

Estaba hablando con una señora mayor que no conocía de nada, y hablábamos en catalán. Esa señora, como notaba que me costaba hablar, me dijo, inocentemente, claro está, con un fuerte acento catalán: “¡Ya me puede hablar castellano si le es más fácil!”. Yo solté una carcajada inmensa y le dije, riéndome de aquella situación: “¡No, es que sóc tartamut!” (¡No, es que soy tartamudo!). Era la primera vez que “confesaba” mi tartamudez, y me quedé muy ancho, muy satisfecho. Me acepté. Después de aquello, mi recuperación empezó a dar pasos de gigante.

Otro gran momento fue cuando empecé a investigar sobre la tartamudez y descubrí los escritos de John Harrison en internet. Su historia de superación de la tartamudez y su modelo del hexágono me indicaron el camino. Su visión no tiene nada que ver con la visión mecanicista de la tartamudez: había bloqueos del habla no por defecto “mecánico”, sino porque había bloqueos internos previos (creencias limitantes, percepción distorsionada de la realidad, miedo y ansiedad exagerada, evitación, etc.). Si son los bloqueos internos de la persona los que se somatizan en bloqueos en el habla, la cuestión es trabajar esos bloqueos internos para poder emprender la disolución de los bloqueos en el habla.

Después vino la gran experiencia en el teatro: “Vidas Melódicas”, del gran Bertus Compañó, la obra que la Fundación hizo para dignificar a la tartamudez dentro de la sociedad, que tanta repercusión tuvo en su día. Mi papel era el de un futuro presidente del gobierno con tartamudez, dando su discurso ante un gran auditorio sobre cómo superar las dificultades. Aquel discurso me lo hice mío, era yo, Juan Miguel Lorente González, no un actor, quien hablaba delante de 700 personas en el Auditori de Granollers. Aquella experiencia me gustó y decidí que debía continuar exponiéndome al público. Por eso me “atreví” a dar conferencias, ya llevo unas cuantas. Después vino el Máster de Coaching Ejecutivo y Personal en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, que me abrió en canal. Después más conferencias y empecé a participar dando cursos, hasta la actualidad.

Y gracias a John Harrison, de nuevo, que descubrí el gran trabajo sobre la tartamudez que se está haciendo en Estados Unidos y que está dando muchos frutos. Hay muchos casos de disolución de los bloqueos del habla, gracias a la utilización de la PNL (Programación Neuro-Lingüística) y la Neuro-Semántica. Estas herramientas son una inmensa fuente de recursos para el Coaching y que están ayudando a miles y miles de personas que tartamudean a superar la tartamudez.

Ya sabéis cuál es mi visión del Coaching como herramienta potentísima para al cambio personal y social, y ya sabéis que tartamudeo, “por el momento”. Recordando a Viktor Frankl, el sentido de mi existencia ya lo descubrí: mi profesión, mi vocación, mi misión, mi lugar en el mundo es la de ser coach, en especial coach para personas que tartamudean, para acompañarlas a hacer salir el gigante que llevan dentro, ese que está deseando expresarse con libertad y con autenticidad. El Coaching ayuda a las personas a sacar la grandeza innata de sus pechos, para dejar de sentirse pequeñitas. En el ser humano hay un tesoro escondido que pide a gritos ser rescatado, y el Coaching es una herramienta fantástica para permite excavar y rescatar el tesoro.

Aprovecho para mostrar mi profundo agradecimiento a la Fundación Española de la Tartamudez y a ATCAT (Associació de la Tartamudesa de CATalunya). Dentro de las actividades de ATCAT para el año 2014, en breve os presentaré nuestro Proyecto Palabras Libres/Free Words Project. Tanto en la Fundación como en ATCAT hay grandes personas trabajando por nuestro bienestar.

A todas las personas que me leen, ofrezco mis servicios de Coaching a personas que tartamudean y lo más importante, que se “atrevan” o “quieran” dar el gran cambio en sus vidas. Y también, claro está, a personas que sin tener ningún problema en el habla, se “atrevan” o “quieran” dar el gran cambio en sus vidas. Yo estoy a Arenys de Mar (Barcelona). Si las grandes distancias hacen difícil encontrarnos, podemos quedar via skype o por teléfono, pero lo mejor es vernos, no hay nada mejor que el contacto personal cara a cara. Y por mis honorarios, no os preocupéis, ya lo arreglaremos.

Un abrazo.

jueves, 19 de diciembre de 2013

La soberanía y la independencia


Vivimos en unos tiempos muy interesantes, una encrucijada de caminos, en los se habla mucho de la soberanía nacional y la independencia. Precisamente nosotros, inmersos en un mundo donde los poderes fácticos (banco mundial, fmi, otan, unión europea, mercados de esclavos, paraísos fiscales, lobbys, grandes familias ricas, deudas, hipotecas, bancos, policías, ejércitos, neoliberalismo, grandes partidos, etc.) ahogan al mundo, yo me pregunto: ¿y mi soberanía personal? ¿Y mi independencia personal? ¿Yo soy realmente soberano e independiente? Invito a mis lectores a hacerse esa pregunta.

Si algún día llega la independencia política, ¿cambiará algo de verdad o seguiremos con más de lo mismo? ¿Seremos realmente independientes o seguiremos siendo esclavos de nuestros “amos”? Nuestros “amos” no son solamente los poderes fácticos, incluso diría que los poderes fácticos son solamente nuestros “amos” de segunda línea. Realmente nuestros “amos” de primera línea son nuestras creencias limitantes y nuestras emociones exageradas, las que nos limitan y nos hacen sufrir innecesariamente. Nuestros “amos” de primera línea son nuestras propias jaulas, las que hemos construido nosotros mismos:

  • No soy lo suficientemente bueno.
  • No puedo.
  • No valgo.
  • Soy tonto.
  • Soy inútil.
  • No valgo para los idiomas.
  • No soy un buen padre o una buena madre.
  • Tengo miedo.
  • No quiero bloquearme.
  • Mejor morirme que seguir así, etc.

Tenemos un conocimiento de miles de años que no hacemos servir, que tenemos ahí escondido, ignorado o hasta despreciado, que nos iría muy bien para disolver tanta creencia limitante y tanta emoción exagerada, con la vista puesta en nuestra soberanía y en nuestra independencia, la nuestra, la personal. Una vez soberanos e independientes, el poder de los poderes fácticos caería por su propio peso, ¿o no?

En resumen, si lo que queremos es el cambio político, ¿no tendríamos primero que hacer el cambio personal? ¿Para qué nos servirá la independencia política si seguimos como hasta ahora, como uno de los países que consumen más ansiolíticos y antidepresivos?

¿Dónde está nuestro tesoro, ese que tendríamos que buscar con ahínco? Ese tesoro nuestro, que está ahí, dentro Recalco esto para quien no se acuerde.

Yo me alegro mucho de ser coach, creo firmemente en el coaching como herramienta social para ayudar a las personas a dar ese cambio, el cambio que tanto hace falta para recuperar nuestra propia soberanía e independencia.

Me suena bien “coaching para la soberanía personal” o “coaching para la independencia personal”. ¿Y a vosotros y vosotras?


martes, 10 de diciembre de 2013

Tartamudez, una mirada estratégica


La terapia breve estratégica es un modelo terapéutico desarrollado por Giorgio Nardone y Paul Watzlawick en la Escuela de Palo Alto en California y en el Centro de Terapia Estratégica de Arezzo en Italia. Este modelo estratégico se ha hecho muy conocido por ser capaz de solucionar trastornos fóbico-obsesivos, trastornos alimentarios y conflictos familiares y educativos en muy corto tiempo.
 
En la presentación del libro “Diálogo estratégico” de Giorgio Nardone y Alessandro Salvini (Ed. Herder), podemos leer este texto luminoso:
 
§ 1. Sobre la terapia estratégica

La terapia estratégica, obra principal de la llamada “Escuela de Arezzo”, vertebrada en torno a Giorgio Nardone, más que basarse en una teoría de la naturaleza humana para analizar el comportamiento, se ocupa del modo en el que el ser humano percibe y gestiona (construye) la realidad propia a través de la comunicación que cada cual establece consigo mismo, con los otros y con el mundo.

Cada cual, pues, construye su mundo desde un punto de vista particular. Estas ideas recuerdan de cerca el denominado “perspectivismo”, que hunde sus raíces en Nietzsche y que cuenta con Ortega y Gasset como uno de sus más eximios representantes. En distintos lugares, Nardone subraya esas dependencias teóricas respecto de Ortega. Recuérdese que para este filósofo español “yo soy yo y mis circunstancias”, entendiendo por circunstancias el entorno (el medio o mundo) que cada cual se construye desde su propia perspectiva. Esa construcción, se dirá desde la terapia estratégica, es clave, y se realiza, como ya he dicho, desde la comunicación que cada cual establece consigo mismo y con los demás.

En esa comunicación surgen problemas y, para afrontarlos, los afectados ensayan soluciones. A esos ensayos Nardone los denomina “intentos de solución”. Algunos de estos intentos de solución complican más las cosas en lugar de resolverlas y, en vez de cambiar de práctica y ensayar otras soluciones, lo habitual es que las personas afectadas aumenten la dosis del intento de solución que han llevado a la práctica. Así hasta que estas soluciones intentadas se vuelven rígidas y disfuncionales. En esas circunstancias el problema se mantiene y crece por los intentos que se hacen de solucionarlo. Es el paciente el que, en definitiva, está construyendo el problema que le afecta.

Los rasgos típicos de cualquier fobia son:

1. Evitación de situaciones a las que la persona tiene miedo.

2. Solicitud de ayuda a alguien cercano para actuar en su lugar.

3. Intento de control de la respuesta de ansiedad, que paradójicamente hace perder el control.

4. Intentos de solución que agravan el problema.

Estos rasgos recuerdan al comportamiento de muchas personas tartamudas:

1. La persona evita enfrentarse a situaciones de habla que le dan miedo.

2. Si la situación de habla es inevitable, busca ayuda en alguien que esté disponible para que hable en su lugar.

3. Intenta controlar la respuesta de ansiedad por medio de las técnicas o trucos que tiene más a mano. El resultado es que la ansiedad aumenta y la persona pierde el control de la situación

4. Y si no tiene otra salida que hablar, mantiene el intento de solución que lleva ensayando desde la infancia: la lucha por hablar, el forcejeo, inútil intento de solución para hablar fluidamente.

Ahí va lo que yo creo:

La tartamudez es una fobia social. ¿Por qué hay veces que soy espontáneo al hablar y hay veces que me cuesta horrores? Cuando soy espontáneo al hablar y las palabras me salen fluidas, no me acuerdo de la tartamudez: soy yo mismo, expresando mi alegría y mi autenticidad. Cuando me bloqueo y me cuesta hablar, mi mente es una mente tartamuda. ¿Por qué unas veces tartamudeo y otras no? ¿Cómo es que una gran mayoría de las personas tartamudas pueden hablar fluidamente cuando están solas y no hay nadie a la vista? Si la tartamudez fuera genética o hubiera un fallo en el cerebro, tartamudearíamos siempre.

La mirada estratégica de Nardone me sugiere esta explicación aplicada a la tartamudez:

Si durante la infancia, el intento de solución inicial apareció en pequeñas dosis, al ver que no era suficiente, la dosis de forcejeo y lucha por hablar aumentó. Igual que para derribar un muro a cabezazos, si un pequeño cabezazo no sirve, dar otro más fuerte, y si no este no es suficiente, dar otro todavía más fuerte. Hasta que llega un momento en que el forcejeo es tan evidente y tan vergonzoso para el niño, que surge la impotencia, la frustración y la culpa por ser tartamudo. La persona se “rompe” por dentro de la misma manera que se rompería la cabeza contra el muro.

A esto se añade la renuncia de la persona tartamuda a ejercer su propio poder personal. Es el “no puedo”, el “no valgo” y la entrega del poder al “otro”, sean los padres o la dependienta del pan, por poner un ejemplo cotidiano. La persona tartamuda que ha renunciado a su poder personal creerá que el “otro” tiene el poder de validar su valía como persona. Así, una sonrisa de aprobación del “otro” le causará felicidad y bienestar, temporal, claro está. Al día siguiente, una mirada de desaprobación, de burla o de ignorar a la persona tartamuda, le provocará una bajada del ánimo que podrá durar días, semanas o meses.

El campo de visión del mundo de un niño o una niña no es el mismo campo de visión que tiene un adulto. Ante un problema de comunicación, por ejemplo, no atreverse a hablar delante de una figura autoritaria (los padres, maestros) por miedo, es decir, miedo al “otro”, se produce un bloqueo en la comunicación, y el niño o la niña (depende de su personalidad, genética, entorno, circunstancias, etc.) ensaya un intento de solución: la lucha o el forcejeo para que las palabras salgan. Como las palabras salen con dificultad, lo más fácil es aumentar la dosis del intento de solución. Es decir, si un poquito de dosis no resuelve el problema, probar con más dosis, y si esa dosis no es suficiente, probar con una dosis mayor. Así, el forcejeo aumenta, la tartamudez se agrava y la fluidez nunca llega. El niño o la niña no es capaz de poner en práctica otra estrategia. Es como intentar derribar el muro a cabezazos.

El mapa mental que el niño o la niña ha creado, es decir, su visión del mundo, sus creencias y sus respuestas ante los estímulos que se le presentan, su “yo y mis circunstancias”, se mantiene ahí como visión del mundo por años y años, visión enquistada y petrificada. En lenguaje PNL, se dice que la persona ha sido programada para que funcione con el “piloto automático”. Así, la persona reacciona a las situaciones de habla y de su vida en general, tal como fue programado, es decir, tal como aprendió durante la infancia. La tartamudez sería como un mecanismo de defensa de la persona ante el mundo. Pero un mecanismo de defensa que ha resultado inútil, porque ni siquiera ha resuelto el problema de comunicación inicial, al contrario, encima lo ha agravado y ha metido a la persona tartamuda en una jaula.

Visto esto, lo que sugiere el modelo estratégico es que hay un camino posible de cambio de visión del mundo, un cambio de programación, un cambio de mentalidad: pasar de la mentalidad tartamuda (con bloqueos internos que se traducen en bloqueos externos) a la mentalidad fluida (sin bloqueos internos), que se traduciría no necesariamente en conseguir la fluidez total, sino por lo menos en recuperar el poder personal, en dejar de evitar las situaciones de habla y en dejar de intentar controlar el habla, que en sí es un acto espontáneo. Es otra manera de explicar la propuesta de John Harrison a partir del hexágono de la tartamudez, en la que decía que para disolver la tartamudez, la persona ha de cambiar por completo su manera de relacionarse con el mundo.


miércoles, 27 de noviembre de 2013

LAS LIMITACIONES, ¿EXISTEN REALMENTE?


Nosotros, los seres humanos, somos expertos en crear límites que nos separan los unos de los otros: la propiedad, la frontera, la nación, la raza, la moneda, el carnet de identidad, el nie, el pasaporte, la ideología política o religiosa, el club de futbol, el lugar de procedencia, los recortes, la constitución, las guerras, el orgullo, la soberbia, el complejo de inferioridad o las creencias de cada uno del tipo:
  • Yo soy mejor que ese,
  • No valgo para los idiomas,
  • No soy capaz de hacer realidad mi sueño,
  • No puedo,
  • La vida es dura, tienes que luchar,
  • Mi religión es la verdad,
  • Mi ideología es la verdad,
  • Pertenezco al grupo de los buenos, y los que no piensen como yo, pertenecen al grupo de los malos,
  • Tengo miedo,
  • No es conveniente mostrar los sentimientos.


Si hilamos más fino, nos daremos cuenta que no sólo nos ponemos límites entre nuestras relaciones interpersonales, sino que fundamentalmente nos ponemos límites a nosotros mismos, límites que nos separan de lo que somos y de lo que soñamos. Por ejemplo, yo, durante muchos años de mi vida, me sentí limitado por mi problema de tartamudez, hasta el punto de evitar situaciones donde tenía que hablar, hasta el punto de callar cuando realmente quería hablar. Hasta que un día decidí traspasar mi límite y comenzar a dar conferencias, clases y hablar en radio (a Radio Arenys le estoy profundamente agradecido).


La cuestión de fondo es si nos empoderamos o no. Si continuamos como hasta ahora, perdiendo el tiempo sintiéndonos víctimas o auto-limitados, nunca conseguiremos aflorar nuestro poder natural para hacer realidad nuestros anhelos.


El ser humano, tan acostumbrado a hacerse la vida un lío, tiene el poder secreto de deshacerse de las creencias que lo limitan. Muchas de nuestras creencias, razones, opiniones, percepciones, son mentira. Los límites auto-impuestos o los que nos vienen impuestos por mandatos parentales o culturales, son el freno de la verdadera evolución humana. Es importante darse cuenta de esto, ahora, actualmente, cuando el mundo está estancado por desgracias, guerras, crisis y sufrimiento.


Acabo con dos frases muy conocidas en coaching. La primera es de Henry Ford, el primer gran constructor de automóviles: “Si crees que lo puedes hacer, tienes razón. Si crees que no lo puedes hacer, TAMBIÉN tienes razón”.


La segunda frase es de Gandhi: “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”.


Espero que estas palabras sean como una fuente de agua clara para vosotros, quienes amablemente me leéis. Os invito a cambiar vuestro lenguaje para ir más allá de vuestros límites y ser un poco más libres y poderosos.






martes, 29 de octubre de 2013

NO LE PUEDES MENTIR A UN CABALLO

¿Qué significa ser auténtico?

El ser humano corriente se podría representar como algo encerrado en una cajita, que él mismo construyó de niño pero que olvidó cómo la construyó y de qué material se compone.
Y que dentro de la cajita vive y va haciendo sus cosas, las que puede hacer, claro.
Sin embargo, a pesar de su cortedad de miras a causa de los límites de la cajita, el ser humano sueña, a veces a lo grande. Y a veces se pone a trabajar para conseguir esos sueños grandes, busca recursos, maneras, establece planes de acción, y muchas veces todo falla, no sabe por qué. Quizás ha puesto sus ojos a lo lejos, solamente, y no se ha fijado en lo que tiene más cerca. No se ha fijado que vive encerrado en una cajita, y por más que sueñe con salir, no puede.
¿Por qué no puede? 
Porque la cajita está  hecha con tus limitaciones. Las tuyas, las que creaste de niño, de niña, sin querer, fruto de los mandatos parentales, de la escuela, de la calle, de tu cultura. Como cantaba Serrat: "niño, eso no se dice, eso no se hace, eso no se toca". Que en algunos casos ayudan a vivir felizmente, y en otros casos te reprimen y te hacen creer que eres pequeñito, que no das la talla, que no eres lo suficientemente bueno, que ciertas cosas no las puedes ni soñar. Y eso te lo creíste con toda tu alma, por miedo a perder el amor de tus padres, por miedo a quedarte solo, por miedo a defraudar a alguien.

Aunque el caballo es un animal muy grande, 400 kilos, realmente es como un niño pequeño, porque no juzga y transmite la energía sagrada que muchos de nosotros ha perdido en gran parte. El caballo es un espejo de ti cuando te acercas a él. Si tienes miedo, él lo tendrá de ti: te verá como el depredador que eres.  Si te presentas a él con una de tus máscaras, aparentando algo que no eres, el caballo te delatará: no eres coherente, escondes algo, no querrá saber nada de ti. En cambio, si tienes confianza, él la tendrá en ti: te verá como un líder natural, como un alfa.

Puedes llegar como un adulto que se siente pequeñito, y después de una sesión con caballos, puedes salir como un adulto que se ha vuelto grande. Porque la cuestión es hacer más grande tu cajita. ¿Ponemos ahora nombres y apellidos a los componentes de tu cajita?
No escucho, tengo miedo, no valgo, me siento inseguro, no comunico bien, todos pueden conmigo, no me hago valer, me distraigo, no doy la talla, no soy lo suficientemente bueno, he de hacer lo correcto para que me sigan queriendo, ¿Qué será de mi?, generalizo, distorsiono mi percepción de la realidad, mis opiniones las convierto en verdades universales, me descontrolo, etc.

¿Qué te emociona? ¿Qué te llena? ¿Qué te empuja a vivir? ¿Cuál es el sentido de tu vida?
El caballo te ayudará a responder. Cuando lo hagas serás libre, como él, y caerán muchos velos. Habrás hecho grande tu propia cajita, serás auténtico. El caballo es tu espejo.
No le puedes mentir a un caballo.
Es el principio del camino para dejar de mentirte a ti mismo.
Amor, fe, energía, autenticidad, humildad.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Coach, ¿sabes el origen de esta palabra?



La palabra "coach" viene de un pueblo húngaro a mitad de camino entre Viena y Budapest, llamado Kocs (pronunciado "kosh"), donde hace siglos inventaron el carruaje de caballos con suspensión y una comodidad interior sorprendente en aquella época. Aquellos primeros carruajes modernos tomaron como nombre el gentilicio de su pueblo: "koshi". Esos fueron los primeros "coches" de caballos. Después el nombre pasó a los vagones de tren de pasajeros y a los automóviles. Después pasó a los entrenadores deportivos, después a los entrenadores personales o coaches. ¿Y qué tiene que ver un coach con un coche de caballos? Que te llevan de un punto A (donde estás ahora mismo) a un punto B (donde anhelas llegar).

A mi de niño me apasionaban los autobuses y los trenes. Mi sueño era ser de mayor conductor de autobús o maquinista de tren. El sueño se truncó en mi juventud y me dediqué a otras cosas. Ahora me he dado cuenta que al final, gracias a mi camino recorrido, a lo que he vivido y a lo que he aprendido, mi sueño de niño ya se ha hecho realidad, porque soy coach.

¿Entiendes lo que te quiero decir?

jueves, 19 de septiembre de 2013

El reto

Tartamudez, coaching, diálogo interreligioso, habla en público...

En el fondo estos temas van a parar al mismo lugar: el lugar de nuestro propio parto.
Y todo parto consiste en dar a luz: el alumbramiento de nuestro presente. Dar a luz  a tu tesoro más escondido, el que durante años has estado ignorando, sin saber. En mi caso, porque durante años estuve demasiado ocupado temblando pensando en mis miedos.
Cuando hayas dado a luz a tu tesoro y lo disfrutes, ya no te dejarás dominar por el  miedo.
¿Te atreves?

viernes, 6 de septiembre de 2013

COACHING: versión moderna de algo muy antiguo



COACHING

¿Tú eres realmente tú? ¿O eres una mera acumulación de limitaciones (prejuicios, creencias, sufrimientos, experiencias y miedos) que hacen de ti una cosa opaca que no transparenta ninguna luz?

El coach (en realidad, un aprendiz de Sócrates), te acompaña en tu propio parto. El proceso de coaching no es más que un proceso de parto, para deshacer lo acumulado y, una vez libre,  caminar por tu propio camino.

El arte de hacer parir.  El gran Maestro Sócrates nos enseñó cómo ayudar a hacer parir a las personas. El arte de nacer de nuevo.

Nacer de nuevo en paz, libre, y emprender tu propio camino.

Para mi, el coaching no es una herramienta más al servicio del sistema capitalista para hacer rendir más a las personas empleadas.

Para mi, el coaching es reconocer lo andado, agradecer y liberarse de su carga. Y caminar, libre, por el camino elegido. No es más que la versión moderna de la mayéutica de Sócrates, y añadiría más, de todas las grandes tradiciones, que durante milenios, han enseñado a las personas cómo liberarse de los yugos mentales, emocionales y sociales. Requisito imprescindible para caminar por la vida con libertad y responsabilidad.

¿Qué quieres cambiar? ¿Qué quieres conservar? ¿Cómo quieres escuchar? ¿Cuáles son los valores que te han permitido vivir hasta hoy? ¿Cuáles son los valores que todavía no has podido hacer realidad? ¿Cómo quieres reaccionar ante las situaciones que se presentan en la vida? ¿Cuál es tu vocación escondida? ¿Qué harías si no tuvieras miedo?

Nuestra sociedad, consumida por el miedo, está embarazada de algo nuevo que quiere nacer. Y tú estás dentro, empujando.



jueves, 5 de septiembre de 2013


El gran Jiddu Krishnamurti dándonos una lección sobre el miedo psicológico, tan común entre los seres humanos.

SINTIENDO EL MIEDO

Fuente: Revista “Speaking Out” de la Asociación Britànica de la Tartamudez, de su número de primavera de 2008. Traductor: Juan Miguel Lorente González, miembro de la Fundación Española de la Tartamudez.

La conferencia de John Harrison el octubre pasado en la Asociación Britànica de la Tartamudez incluyó un vivo debate sobre el miedo y la tartamudez. Esta es una versión resumida de algunos de sus comentarios. Como instructor de habla en público, he descubierto que la mayoría de las personas, fluidas o no, se asustan y tienen ansiedad ante el hecho de tener que hablar en público. Esto lo confirma un simple vistazo a la lista de miedos de las personas. De hecho, el tener que hablar en público está en el puesto número uno de la lista de miedos, incluso por delante del miedo a la muerte. El miedo a hablar en público puede ser abrumador. Sin embargo, en mis talleres, si yo puedo convencer a la persona que va a hablar de dejarse llevar por el miedo y no resistirse, y que esta persona tenga presente esta posibilidad de elección en ese momento, entonces el miedo se reduce y puede, incluso, que desaparezca. Si tú eliges hacer lo que te da miedo, tú controlas la situación. Tienes el poder porque estás haciendo lo que quieres, en vez de actuar como víctima de las expectativas de los demás.

La primera vez que vi este principio en acción fue cuando organicé un encuentro en la Asociación Nacional de la Tartamudez en Estados Unidos. Esa noche en concreto, una de nuestros miembros tenía una dificultad considerable para hablar, con bloqueos y forcejeos. A mitad de su discurso la interrumpí. Le dije: “¿Qué sientes?”. “Me siento avergonzada”, contestó. “Me siento asustada, bloqueada y frustrada”, añadió. “!Bien!”, dije, “por lo menos sabes lo que estás sintiendo. ¿Puedes hacer una elección consciente para tener realmente esos sentimientos?”. Ella me miró extrañada, asintió con la cabeza, y empezó a hablar de nuevo. Interesantemente, al instante habló con menos dificultad. Una vez más la detuve. “Muy bien. Ahora, ¿puedes doblar el miedo? ¿Puedes realmente elegir estar el doble de avergonzada y atemorizada?”. Ella me miró como si yo hubiera perdido los papeles, aunque me dijo que lo intentaría, y cuando empezó a hablar de nuevo, algo mágico sucedió: ella paró de luchar consigo misma. Ella sólo habló, y, sin esperárselo, hablaba sin bloquearse. Esto no pasa tan dramáticamente con todo el mundo, pero indica el camino.

El miedo tiene un propósito. La emoción se genera en el cerebro primitivo, y está ahí para asegurarse que tú haces lo necesario para sobrevivir físicamente. Aunque los centros de aprendizaje de tu cortex cerebral están muy desarrollados, el cerebro primitivo ha permanecido más o menos igual en los últimos 200 a 300 millones de años. En consecuencia, no ha aprendido nunca a distinguir entre amenazas físicas y amenazas sociales. Cada amenaza es vista en términos de vida o muerte, y se convierte en un gatillo dispuesto a ser apretado para que la respuesta “luchar o huir” salga disparada. Esto es verdad tanto si estás hablando con tu jefe como si haces algo tan sencillo como pedir una taza de té. La única manera de cambiar esa respuesta tan dràstica es enseñar a tu cerebro primitivo que cuando tú pides una taza de té no necesitas poner en marcha las mismas defensas que harían falta para hacer frente a un delincuente.

¿Cómo hacer eso? Además del trabajo que puedas estar haciendo en una terapia del habla o en una terapia cognitiva, ayuda mucho el encontrar un lugar seguro donde puedas experimentar cualquier miedo asociado con la libre expresión y aprender que esos miedos no te matarán. Tener experiencias reales de riesgo y seguridad por medio de la participación activa en Toastmasters, asociaciones de oradores u organizaciones similares, pueden llevarte a convertir el hablar en público –sea a una o a cien personas- en una actividad divertida. Recuerda, divertirse es el mejor antídoto contra el miedo escénico. Y el camino hacia la diversión comienza siendo honesto con lo que sientes y dándote la libertad de ser tú mismo.

John también habló largamente sobre el impacto de dejarte motivar por tus intenciones en vez de por tus expectativas. Puedes leer sobre esto en su artículo “How your expectations can sink your ship” (Cómo tus expectativas pueden hundir tu barco), en la siguiente dirección: www.mnsu.edu/comdis/isad9/papers/harrison9.html

Comentario del traductor

Los miedos sociales y las fobias verbales son como una tela de araña: parecen amenazantes porque sabes que hay una araña escondida vigilando, pero, en realidad, se puede romper fácilmente con la mano.